En la primera infancia, muchas de las experiencias que se viven son nuevas y una de las formas de entenderlas es mediante las rutinas. Pero, ¿Por qué son tan importantes las rutinas en los niños y niñas? Las rutinas son la secuencia de actividades que siguen durante el día, y se repite de manera constante por el resto de días; por ejemplo, levantarse, lavarse los dientes, tomar desayuno, cambiarse, ir al nido, etc.
Sin la necesidad de ser una estructura rígida, este ejercicio se traduce en ellos en algo predecible y consistente. De esta forma, podemos decir que las rutinas dan seguridad, organización y orden para entender lo que está sucediendo en su mundo y ambiente; además, les da la posibilidad de anticiparse y generar autonomía. Dependiendo de la edad, comprenderán más o menos sobre los tiempos, pero esta estructura les irá dando un ritmo interno del que aprenderán los periodos de tiempo, por ejemplo cuando inician y acaban las actividades o juegos, cuando es momento de comer o dormir, entre otros.
En ese sentido, entendemos las rutinas como un ancla que les brinda seguridad emocional, pues sienten tranquilidad de saber qué sucederá después. Por lo mismo, ayuda a regular las emociones, ya que al haber menos incertidumbre la ansiedad y los desbordes emocionales también tienen menos posibilidad de aparecer. Además, es una gran forma de fomentar la autonomía, ya que una rutina bien estructurada dará oportunidad a que el niño/a participe activamente, fortaleciendo la confianza en sí mismos al notar que puede hacer cosas solo/a.
Algunas de las rutinas más importantes durante la cotidianidad de un niño/a son: la hora de dormir, los horarios consistentes que ayudan a anticipar el descanso a nivel cerebral y corporal; la entrada y salida del nido puede estar acompañada de alguna rutina/ritual que ayuden a marcar o anticipar el cambio; el tiempo libre o juego cuando tiene una rutina establecida permite anticiparse al cierre o cambio de actividad, evitando desbordes emocionales; la higiene y el orden cuando son parte de la rutina permiten generar autonomía y sentido de responsabilidad con su espacio y ellos mismos.
Las rutinas no están hechas para buscar días perfectos, siempre habrá momentos que nos lleven fuera de esa estructura; el objetivo debe ser construir una base segura que permita explorar sus recursos, el error, resolver problemas, crecer, aprender a lidiar con la incertidumbre e improvisación de la vida misma. Algunas recomendaciones que pueden servir para esta construcción: sean constantes, pero también flexibles; hagan a los niños y niñas parte de las rutinas, con responsabilidades y considerando sus ideas y/o opiniones (elegir su ropa, formas de recoger los juguetes, ayudar a poner la mesa, servir alimentos); usar la anticipación y mensajes claros (“en 5 minutos vamos al parque, ve guardando tus juguetes”); acompañar emocionalmente cuando haya cambios o transiciones difíciles.
Finalmente, es importante mencionar que las rutinas también ayudan a los adultos cuidadores a tener mayor claridad de sus tiempos y responsabilidades y no agotarse en la tarea al estar improvisando o recordando todo el tiempo las decisiones tomadas. La gestión puede ser larga, sí, pero una vez conseguida se traduce en alivio y descanso para toda la familia. ¿Lo intentamos?.
Psic. Lucía Rojas Rossel