En los últimos años, he reflexionado mucho sobre este tema al observar a numerosas familias al borde del caos, papás y mamás intentando asumir un estilo de crianza llamado «Crianza Positiva» (que a menudo se malinterpreta).
Por otro lado, veo a niñas y niños muy confundidos, intentando comportarse como adultos en miniatura, teniendo que tomar decisiones desde su inmadurez natural y gestionar grandes procesos emocionales en una búsqueda interminable y tediosa de calma.
Percibo a mamás cansadas, poco espontáneas, enfocadas en los límites de los pequeños, pero no en los propios. Veo papás tristes cuando, ante la mirada de otros, sus métodos no funcionan, y avergonzados terminan descargando frustraciones sobre sus hijos.
¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué ahora se pretende dar fórmulas de solución para una crianza positiva/respetuosa, desestimando las individualidades? ¿Por qué nos hemos olvidado de mirar hacia nuestro interior y buscar la propia sabiduría? ¿Por qué los límites, tanto de niños como de adultos, se han vuelto tan difusos?
Hace 40 o 50 años, la crianza se definía en el marco de: «Yo soy adulto, lo sé todo; tú eres niño y no sabes nada, por lo tanto, permanece callado y obedece». No había lugar para la escucha, poco respeto, mucha violencia y, sobre todo, poco conocimiento de la infancia. Aquellos que recibimos esa educación vertical y, a veces, autoritaria, crecimos efectivamente con «la chancla», pero me pregunto: ¿Todo estuvo mal? ¿no hay nada que rescatar de nuestras madres o nuestras abuelas?
La crianza positiva simplemente consiste en partir del reconocimiento de la dignidad de los niños como personas y sujetos de derechos. Esto, junto con un conocimiento de la infancia y de lo que puede ser y hacer un niño según su edad, nos abre un campo mucho más rico en el que podemos acercarnos a criar o educar.
Conocer, respetar y brindar a los niños todo aquello que necesitan para crecer, estar seguros y felices dentro de un vínculo afectivo seguro, libre de violencia, es Crianza Positiva.
Hemos pasado de una crianza adultocéntrica a una crianza niñocéntrica, en donde el adulto no importa, en donde mamás y papás sacrifican su propio bienestar con miras a darle a su niño todo, perdiendo de vista sus necesidades. Y si no lo consiguen, la culpa los persigue día y noche.
¡Por favor, liberen a los padres/madres!
🌿No hay fórmulas para criar.
🌿No hay palabras mágicas.
🌿Los niños necesitan límites y seguridad.
🌿Los niños necesitan autoridad bien ejercida; sino, ¿dónde depositan su inmadurez?
🌿Los niños pequeños no pueden gestionar todas sus emociones, no todo es cuestionable ni negociable.
Los niños son todos diferentes, y la pa/maternidad será ejercida de acuerdo a sus características y de acuerdo a la madre/padre que cada uno tiene.
Los adultos estamos a cargo, somos los responsables de estas criaturas, y sí, no es fácil criar, pero es más difícil aún cuando nos colocamos en el «debería ser así», en el «si no lo haces así eres mala madre», cuando perdemos de vista los propios recursos y simplemente replicamos modelos (malentendidos).
Criar en tribu, buscar adentro, recurrir a la sabiduría de nuestras madres y abuelas, recibir información profesional es, a mi criterio, el camino menos sobreexigente y real para ejercer una maternidad/paternidad más consciente y menos culpabilizante.
Y tú… ¿Cómo te sientes pa/maternando?
Marcela Silva
Coordinadora de Jacarandá.