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La autorregulación es la capacidad para regular y controlar el comportamiento, emociones y pensamientos, gestionando de manera consciente las acciones y reacciones. A nivel neurológico la corteza prefrontal es el área más involucrada en el desarrollo de la autorregulación, ya que cumple un papel crucial en la toma de decisiones, la inhibición de impulsos y la planificación. Diferentes estudios han comprobado que el desarrollo de la corteza prefrontal tarda hasta los 25 años aproximadamente.

Entonces la autorregulación requiere de diferentes procesos cognitivos y de regulación emocional, que los niños durante la infancia aún están en desarrollando. Por ello, ante los diferentes desafíos que se presenten lo esperable es que sucedan reacciones impulsivas, desbordamientos emocionales y desconocimiento de sus emociones.

Si bien la forma en la que este proceso se desarrolla varía en cada niño/a y cada quien tiene un ritmo distinto, es importante notar la importancia del acompañamiento adulto en el proceso. Pues, por los aspectos que se han mencionado, son ellos quienes brindarán las herramientas a los niños para generar estrategias de regulación, autoconocimiento y los acompañarán a transitar por estas etapas.

Ahora, el acompañamiento de los procesos de autorregulación puede suceder de diferentes formas, por ello es importante considerar algunos aspectos que pueden ayudar a tener mayores recursos en este acompañamiento. Cuando exista un momento de desregulación hay tres puntos importantes a considerar para acompañar :

  • Observar→ la observación permitirá identificar las razones/posibilidades del desborde, con el objetivo de tener más información del contenido / necesidades del momento. Es importante también observar si hay alguna necesidad fisiológica no cubierta (sueño, hambre, dolor), ya que puede pasar que no sepan reconocer las sensaciones de este tipo de necesidades y genere un desborde/ desregulación emocional.
  • Validar → validar las emociones resaltantes será importante para conectar y encontrar caminos de comunicación. Cuando se conecta con la emoción también se fortalece el vínculo seguro y de confianza, lo que posibilita un mejor impacto de los aprendizajes emocionales.
  • Sostener → realizar contenciones físicas (si lo permite) también será importante para que pueda encontrar calma y pueda regular nuevamente las sensaciones corporales.

Sin embargo, cuando hablamos de acompañar no solo nos referimos a la presencia física, sino a la presencia emocional. Muchas veces pasa -en el mundo adulto- que estamos presentes sin realmente estar presentes, más en situaciones de estrés como pueden ser los desbordes emocionales en los niños. Entonces una presencia con ausencia, puede estar físicamente dispuesta, pero si la mente está ausente difícilmente se va poder conectar con las emociones. Para los niños que necesitan del adulto para encontrar la regulación de sus emociones, sentir una presencia ausente limita las posibilidades de un aprendizaje emocional seguro y de confianza. Finalmente lo que hace una presencia con ausencia es poner a los niños en un escenario donde tienen que enfrentarse a una situación dolorosa solos, sin herramientas suficientes para confrontarla. Estos momentos de acompañamiento emocional / presencia emocional también es una oportunidad para generar un aprendizaje de autoconocimiento. Son esos momentos donde el adulto puede darle las opciones/alternativas para gestionar las emociones que esté experimentando. Este tipo de contenciones suelen ser significativas porque parten de un vínculo de cuidado y atención, lo cual les permite a los niños sentirse identificados y escuchados, comprendidos.

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