Observar Más e Intervenir Menos

Fabulosa frase de la doctora Emmi Pikler que nos habla del rol del adulto en el acompañamiento a los niños y niñas.

  

Les pongo un ejemplo: un pequeño está armando un rompecabezas, un poco difícil para su edad y al lado está mamá o cuidador acompañando el juego. Lo intenta una vez, sin éxito, lo intenta por segunda vez sin éxito… entonces el adulto interviene ofreciendo ayuda, dando indicaciones o en el peor de los casos mostrándole cómo se hace. El pequeño ve culminada la tarea y lejos de sentir satisfacción de haberlo logrado o frustración de no haberlo logrado deposita en el “otro” la sensación de logro. 

¿Qué hubiera pasado si el adulto no intervenía? Dependiendo de las características personales de cada niño y de las experiencias previas, ante una tarea difícil un niño puede insistir y persistir “practicando” y poniendo en marcha nuevas estrategias de pensamiento, organización, tolerancia, etc. que finalmente enriquecerán su desarrollo desde muchos sentidos. No importa si logra o no logra la tarea, lo importante es que se le permita el tiempo y espacio suficiente para que él ponga en marcha todos sus recursos sin la intervención de un adulto que resuelva la tarea. 

Podría suceder también que un niño ante la frustración de no conseguir su objetivo recurra al adulto en busca de ayuda y es aquí en donde la presencia atenta y disponible nos permite reaccionar dando aquella ayuda solicitada. 

Observar no significa ser indiferentes, significa estar presentes sin invadir, sin resolver, sin hacer caso a nuestras propias angustias. 

Si un niño no pide ayuda o no manifiesta frustración o descarga emocional intensa o no está en peligro, no necesita que el adulto intervenga. 

Lo más probable es que si no consigue la tarea, la abandone y pase a otra actividad, lo cual nos habla de que aún no está listo para ese reto.

Los niños tienen dentro de sus mentes sus propios planes y proyectos, llenos de intenciones que muchas veces no son fácilmente visibles a los ojos del adulto.

Tomar una distancia apropiada, siempre con disposición corporal y afectiva que brinde una presencia nutritiva más no invasiva es lo que necesitan los niños.

Si por ahí observas que tu peque está muy demandante y recurriendo a ti cada vez que algo se le ponga difícil, tal vez sea momento de agudizar los sentidos para ver si estamos muy cerquita con lo cual reforzamos una dependencia que tal vez ya no lo deja crecer.

La doctora Emmi Pikler pasó muchos años observando a niños y niñas buscando la mejor manera de acompañarlos y esta práctica aplica para todo tipo de actividades infantiles: desde el movimiento, el aprendizaje cognitivo, social, etc.

OBSERVAR MÁS E INTERVENIR MENOS… no es fácil, pero siempre podemos hacer un esfuerzo por calmar nuestras propias angustias y dar mayor libertad a los niños.

Marcela Silva
Psicóloga, coordinadora educativa Nido Jacarandá

Share the Post:

Related Posts